La piadosa frecuencia semanal se multiplica, telúrica, por tres o por cuatro; ¡incluso hay fieles que la multiplican por siete! No valen atajos. No sirven excusas. El sagrado precepto ha de cumplirse so pena de flaccideces aquí y allá, so pena de ominosos aumentos basculares. Esta nueva religión es cruel: las penas se cumplen en vida, no aguardan a periodos trascendentes; pero, supuestamente, los beneficios también se obtienen, endorfínicos, con efecto inmediato. Aquí es donde me surge la duda, donde cometo el pecado, porque mi fe se resquebraja sin asideros más fuertes que los —ya inexistentes— de obtener la gracia divina o los beneficios para el futuro paraíso. Una de dos: o mi hipotálamo y mi hipófisis están ligeramente atrofiados y no reaccionan en grado suficiente al ejercicio físico, aunque sí al resto de actividades que originan esos péptidos del placer, o hay más mito que realidad en la satisfacción obtenida tras el ejercicio físico, como en la promesa de la vida después de la muerte. Mayor placer encuentro yo en la contemplación de una gloriosa curva (que las hay en el gimnasio) o una casi imposible turgencia (que también) que en machacarme literalmente hasta casi la extenuación.
Después de todo, los terrenales profetas, mal que me pese, tienen razón y el ejercicio se me ha convertido en ventajas analíticas objetivas y medibles. Tendré que seguir practicando. Pero entre pedal y pedal, entre pesa y pesa, entre vaivenes y contoneos, se me ocurre que bien podría surgir otra nueva religión: la del culto a la ciencia y el conocimiento en la que sus fieles, igualmente reunidos por voluntad propia, pudieran ser recompensados con los placeres de la matemática y de la física, de la bioquímica y la genética, de la química y la cristalografía, de la arqueología y la historia. Claro está que ese peregrino deseo sí que es un manifiesto pecado.
http://www.granadahoy.com/article/opinion/1737106/yo/pecador.html
Policleto de Argos encuentró la proporción del cuerpo, y escarbó así en la belleza. Ahora, JCTi percibe muchos cuerpos con morriña de belleza y de amplio espectro. Esto de los gimnasios del tipo bajo-salón de cualquier edificio, con gente entregada a sudar pagando, es curiosamente lo contrario que hacía antes otra gente: aire libre, y sudar cobrando. Paradojas del sudor.
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