martes, 26 de marzo de 2013

Tierra y hombres (publicado en Granada Hoy el 26 de marzo de 2013)


Me debo estar volviendo viejo. Nunca antes me habían resultado tan evocadores los paisajes. Pero ayer me sucedió como aquél otro día de hace un par de meses en Arizona. Las cosas habían cambiado radicalmente y, sin embargo, la sensación placentera de estar contemplando una tierra con ojos distintos, nuevos, esclarecedores de una esencia (o al menos eso me creo) me inundó de nuevo. Ayer no me llevaban; era yo quien conducía. Ayer no iba solo. Veía y hablaba y disfrutaba la perspectiva con ella. Como tantas otras veces en los últimos veintiocho años. Y compartíamos puntos de vista y discutíamos con la misma vehemencia con que solemos hacerlo. De tantas cosas, de tanta gente. Tanta vida. Y a la vez, casi sin percatarnos, la escena se iba haciendo dueña de nosotros. Nos penetraba. Iba dejando una huella indeleble. La insolente rectitud de aquel entonces se tornaba en la sinuosa voluptuosidad de una bella carretera con curvas. La calma planitud del desierto se cambiaba por el ondulante vaivén de la campiña cordobesa y jienense, por esa bella sucesión de colinas redondeadas cuya superficie lisa y elipsoidal recuerda una interposición de caderas femeninas de piel tersa y fragante que se recuestan de costado en una tierra aún más honda, más profunda, que apenas podíamos distinguir porque se podría decir que la sobrevolábamos. Volvíamos de la tierra y a la tierra y a través de ella a la razón materna de todo. Y nos envolvían los colores verdes de los prados que se dirían vello aterciopelado de aquellas caderas y los marrones descarnados dispuestos a que la vida despierte en ellos. Pero era imposible perder la atención de esas otras colinas peinadas con pulcritud milimétrica, moteadas con precisión ortogonal por el verdadero icono de esta tierra y estas gentes, ese olivo legendario cuyo humilde achaparramiento es fuente de ese oro líquido con el que nos habíamos deleitado a la hora del desayuno. Cuando uno contempla la orgullosa altivez de esas colinas comprende inmediatamente la otra altivez (que diría el poeta), la de esos hombres y mujeres que las han hecho posibles y que año tras año se empeñan y se afanan en extraer el producto de esa madre voluptuosa y caprichosa que es la tierra. Y uno, que no es andaluz sino por vocación, comprende inmediatamente que Andalucía también es esto, su tierra y sus olivos, y que sus gentes, creadoras en cierta medida de ambos, pueden sentirse y verse reflejadas en ellos.

sábado, 16 de marzo de 2013

Ex cathedra (publicado en Granada Hoy el 12 de marzo de 2013)

Los seres humanos tenemos una clara tendencia a creernos en el uso y posesión de la verdad. Tal sesgo puede resultar inocente e incluso divertido en un tertulia entre amigos y, a la vez, puede ser inmensamente peligroso cuando quien lo esgrime tiene verdadero poder sobre otras personas. Por eso la sociedad, a lo largo de su historia, ha ido estableciendo reglas que limitan, que modulan esos poderes aunque no siempre lo ha conseguido. Los seres humanos somos (a veces) tan sensatos que la propia infalibilidad del papa, ésa que muchas beatas creen a pie juntillas, ni ha existido siempre (se estableció en 1870 en el Concilio Vaticano I) ni tiene lugar cada vez que habla (sólo es infalible cuando lo hace “ex cathedra” porque entonces se supone lo hace por inspiración divina): la última vez que habló “desde su silla” fue en 1950, cuando Pío XII estableció la asunción de la Virgen (¡toma inspiración!). Y es que, claro, hay que limitar de alguna forma la autoridad del papa por mucha que se le quiera reconocer. Por eso, yo que critico a Stephen Hawkins cuando pontifica diciendo que los seres humanos estamos a punto de conocer el universo por completo (será él porque, desde luego, al resto de los mortales nos falta aún bastante), me irrito sobremanera cuando veo la desfachatez e impunidad con que nuestros dirigentes políticos actúan e intentan hacernos comulgar con ruedas de molino. ¿Cómo es posible que los mismos a quienes el comienzo de la crisis los pilló mirando a otro lado sean quienes ahora dicten las normas que han de seguir las economías nacionales de los distintos países? Tan sólo sabemos que la administración Obama va a exigir responsabilidades a Standard & Poors. A ninguna otra se le ha ocurrido. ¿Cómo es que tras la constatación del retroceso de prácticamente todas las economías europeas, incluida la alemana, nuestras tecnocráticas e ilustradas autoridades continúen insistiendo en las políticas de austeridad? ¿No se dan cuenta que la experiencia está demostrando palmariamente la equivocación de sus teorías? Manejan variables sin justificación y utilizan extrapolaciones que más se parecen al barrunto del brujo de la tribu que a verdaderas teorías falsables con fundamento científico. ¿Se pensarán que somos ineptos? ¿Creerán que hablan ex cathedra? Oigan: ustedes están recortando mi salario, reduciendo mis derechos ciudadanos, permitiendo que mis vecinos se vean desahuciados; está bien, pero, por favor, no insulten mi inteligencia.

http://www.granadahoy.com/article/opinion/1478920/ex/cathedra.html